heracles
Escribe el Prof. Dr. Antonio LAS HERAS
 ¿Qué es el mito del Héroe? No otra cosa que el símbolo del proceso por el cual adviene la conciencia humana. Producto de aquel tiempo de hominización en que un animal se transformó en un producto diferente, superior a lo vegetal y animal, al tener la capacidad para adicionar cultura, simbolizar, abstraer, tener comprensión de su propia existencia finita. El Héroe representa a la Consciencia y, en términos junguianos, simbólicamente al Principio Masculino; más precisamente un Principio Solar. Como los temas míticos están en imágenes arquetípicas, aquellos tienen significación – permanente – para toda la Humanidad.
¿De dónde surge el Héroe y cuál es su finalidad simbólica? Ante todo digamos que la misión del aspirante es hallar la luz y una vez convertido en un iniciado, arrojar esa luz para disipar tinieblas. O sea: otorgar consciencia. Porque él no es sino comienzo. Inicio que lo es de un todo compacto y sin opuestos. O lo que es lo mismo: sin Consciencia. La totalidad primordial que – en germen – alberga a todas las posibilidades. Lo innominado. Innombrable. (Recordemos los pasajes en textos religiosos donde se enseña que la divinidad no puede ser nombrada o que su denominación no debe ser dicha ni escrita). El comienzo es fuente. Generador de símbolos y arquetipos. Todo y nada. Y ambos a la vez unidos. Todo esto significa que el mito del Héroe representa, psicológicamente, la consolidación de la personalidad. A través de diversas pruebas y aventuras, el Héroe se reconoce como ser transformador que adquiere Consciencia desarrollando y afirmando su Yo; un Yo que reconoce su Sombra y se prepara para ser un ser autónomo en la sociedad. Esta manifestación del Arquetipo del Héroe mediante el mito, remite a la etapa del desarrollo humano de la adolescencia, no sólo porque representa un medio simbólico de separación, sino porque, a su vez, transmite un esfuerzo por resolver el problema fundamental del crecimiento que es la adquisición de un sentido de identidad. De esta manera, el adolescente experimentará y adquirirá diferentes roles, se identificará con diferentes objetos externos e internos, buscará la aventura como medio para medir sus capacidades y posibilidades, hasta llegar a encontrarse con su propia potencialidad de transformación social mediante la proyección de sus ideales y objetivos que estarán representados – por sobre todo – a través de la expresión de ideologías, filosofías y religiones y a la adherencia a ellas. Para llegar a adquirir ese compromiso social y esa identidad, antes se verá obligado a atravesar duelos e integrar todos aquellos aspectos de su personalidad  que desconocía o que estaban escindidos por la mente infantil, para que pueda surgir un Yo diferenciado, integrado y autónomo. Tal como lo haría el Héroe, el adolescente emprende un viaje que demanda grandes esfuerzos, un verdadero viaje iniciático (ya que implica una profunda transformación) que provee lo necesario para la adquisición de la luz, de la Consciencia, indispensable para un desarrollo pleno de la personalidad.
Según el experto en simbología Erich Neumann, el mito del Héroe posee tres sub estadios bien delimitados: 1) el nacimiento del Héroe; 2) el asesinato de la Madre y 3) el asesinato del Padre.
El primero se caracteriza por un nacimiento cuya naturaleza es “poco común, diferente o sobre-humana”. Este “milagro” era atribuido por la mujer a los espíritus ancestrales o a Dios, porque no había intervención del hombre en la procreación, de allí tantos héroes, dioses y semidioses nacidos de madre virgen. Esta concepción es pre-patriarcal. “En el comienzo, la Gran Madre era el único creador verdadero, más tarde ella es embarazada por un procreador espiritual y finalmente lo hace un Rey-Dios patriarcal”, afirma Neumann. A su vez, el Héroe tiene la característica de poseer dos padres y dos madres: “Además de su padre personal, hay un padre ‘superior’, esto es, una figura arquetípica de padre, apareciendo de igual manera, al lado de la madre personal, la figura de una madre ‘superior’”. El Héroe nace con la adquisición de la autoconciencia, esto es alejándose cada vez más del elemento femenino arquetípico (lo inconsciente) para acercarse al masculino (la Consciencia), comenzando así el proceso de diferenciación de la matriz materna para reconocerse como un ser individual ligado al principio masculino, a los padres y a los viejos “que son el ‘baluarte de la ley y el orden’”. Esto implica el pasaje del matriarcado al patriarcado. “Cielo, padre, espíritu y masculino son correlacionados y representativos de la victoria del patriarcado sobre el matriarcado…”, dice Erich Neumann.
En el segundo estadio, el Ego se encuentra delante de lo que conocemos como “la lucha con el dragón” que “representa tres componentes principales: el héroe, el dragón y el tesoro. Al vencer al dragón, el héroe gana el tesoro, que es el producto final del proceso simbolizado por la lucha”. La lucha con el dragón es la simbolización de la lucha contra el arquetipo de la Gran Madre en su aspecto de madre ourobórica, devoradora. El miedo al dragón es el miedo a quedar atrapado en las garras de esta Gran Madre terrible e incestuosa que impide el surgimiento de la masculinidad. “Superar el miedo de ser castrado significa vencer el dominio de la madre…”. Adquirir Consciencia significa salir del vientre materno, símbolo de lo inconsciente. Neumann lo explica de este modo: “El arquetipo más ampliamente diseminado de la lucha con el dragón es el mito del sol, en que el héroe es devorado todas las noches, en el oeste, por el monstruo nocturno del mar, en cuya cavidad uterina lucha victoriosamente con otro dragón, un doble en cierto sentido. Él entonces nace en el este como el sol victorioso, el “Sol invictus”; o mejor, cortando el monstruo para salir, él realiza su propio renacimiento. En esa secuencia de peligro, batalla y victoria, la luz – cuya significación para la conciencia repetidamente enfatizamos – es el símbolo central de la realidad del héroe…. El héroe no es solamente el vencedor del elemento materno, sino que también mata el aspecto terrible de éste para libertar su aspecto fecundo y benéfico”.
En el tercer estadio, una vez que se ha producido con éxito el asesinato simbólico de la madre, el Héroe se ve en la necesidad de asesinar al padre. Dice Neumann que en el matriarcado la figura paterna está representada por el tío materno, portador de la autoridad, de la prohibición y del deber: “El deseo de matar, del niño, se dirige contra esa autoridad que representa la ley colectiva”.
En el patriarcado, esa oposición es reemplazada por el conflicto padre-hijo, en el que surge el deseo de asesinar al padre, sin lo cual: “ningún desarrollo de la consciencia y de la personalidad es posible”.
Antonio LAS HERAS es doctor en Psicología Social y magíster en Psicoanálisis, en ambos casos graduado en la Universidad Argentina John F. Kennedy casa de altos estudios en la que es profesor asociado. Cofundador y actual presidente de la Asociación Junguiana Argentina (AJA)