Por la Prof. Dra. TERESITA FARO DE CASTAÑO

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Nuestra historia, la del NOA junto con la del imperio INCA, tiene más de 15.000 años, me parece oportuno, ya que hablamos del arquetipo de la Gran MADRE hacer referencia al ritual y a la creencia de la Pachamama, madre tierra, que quizás para muchos sea desconocida, pero creo, que así como estudiamos tantas historias, que nos vienen de afuera, conozcamos aquello original y cosmogónico nuestro. Muchas creencias se perdieron o modificaron, durante la cruel situación colonial, a que se vieron sometidos los pueblos originarios, en las encomiendas, las minas, las misiones, los obrajes. Pero un culto ancestral sobrevivió a través de los siglos. Quizás sea bueno recordar aquí, que en las antiguas tradiciones orales de la cultura andina, el mito de creación de los hombres los ubica emergiendo de la pacarina (lugar de origen)desde el interior de una gran cueva, viniendo del fondo de la tierra, de la boca del inframundo, en quichua (Ukju Pacha) o tiempo pasado donde germina la vida y la muerte, en tanto en el mundo de arriba

(Hanan Pacha) o supra mundo están las fuerzas potentes, y en el mundo de aquí o Kay Pacha, en este tiempo, fluye nuestra vida. Lo cierto es que miles de pueblos de puneños, quebraderos, arríbenos, vallistos, y serranos, al igual que millones de mestizos de las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, Tucumán y Santiago del Estero siguen rindiendo culto a la Pacha Mama  o Ashpa Mama como le dicen en Santiago, ya sea en sus lugares de origen, como en los centros urbanos, por migración. Es una creencia originada en un sistema agrícola-pastoril, se puede pensar que sólo tiene lugar entre campesinos, pero ¿porqué se practica entre mineros, pastores y en las ciudades? El primero de Agosto conlleva un misterio especial en la relación de Hombre- Pacha, por lo que no nos parece extraño su coincidencia con la festividad cristiana del Espíritu Santo. A pesar de no ser feriado, ninguna actividad se realiza desde la noche anterior. El tiempo profano deja lugar a la sacralizad al entrar la persona en contacto con lo sobrenatural y el tiempo de la fiesta se convierte en el tiempo verdadero en el cual la comunidad, mediante la reiteración del mito, logra fundamentar su inserción en el mundo, en el orden cósmico. Para su culto, se reserva un ligar sagrado: un hoyo cavado en la tierra con profundidad de cerca de 50 cm. En él se depositan las ofrendas a la medianoche o antes de clarear. Se echan allí comida preparada, aspersiones de chicha u otras bebidas alcohólicas, hojas de coca, cigarrillos, vellones de lana de alpaca coloreada El espacio sacralizado comparte esta condición con los objetos que se depositan en él-La MADRE TIERRA se abre para recibir las ofrendas de sus hijos. Este ritual que es a la vez de agradecimiento y propiciatoria de su fertilidad se denomina corbachada, algo así como dar de comer y beber las primicias de la tierra. Luego se pronuncian oraciones en lengua quechua, especialmente cuando se tapa el hoyo con una piedra laja, sobre la cual se rompe el cántaro de barro que contenía las bebidas alcohólicas Una comida ritual, tiene lugar con toda la familia, vecinos y allegados. Cuando es posible se quema Khoa, que es una especie de menta o muña muña que produce un humo oloroso. En todos los casos, el humo debe perderse sin tocar a las personas, como todo lo ofrecido a la Pacha, que debe destruirse y regenerarse por la acción del tiempo. Debemos destacar algo muy particular, en los socavones de la angustia de las minas como la enorme EL Aguilar, que capitales norteamericanos poseían y poseen en Jujuy, la ceremonia cobra esa misma noche aspectos especiales en los que ingresa como personaje el que llaman el Tío o Tío Lucas, nombre figurado para no mencionar al diablo de los cristianos o al antiguo Supay de los indígenas. Otras ceremonias se realizan en diferentes épocas, especialmente cerca del carnaval andino, con respecto a la cría del ganado, siempre en homenaje a la Pacha. Hay una bonita copla que se canta en quichua, traducida dice más o menos: Pachamama, santa o santa tierra, hoy es tu día, ¡Cómo no te he de ofrendar chicha y coca por lo bueno que nos has dado y nos darás! El hombre del noroeste argentino, sabe que no debe olvidarse de este rito propiciatorio, de ahí su amor por la Pacha y el respeto que practican en eses momento y en todos los lugares donde esté. Debemos hacer notar que en lugares cercanos a nuestra ciudad, las comunidades migrantes realizan idénticas ceremonias… Corroboran nuestro recuerdo y nuestras palabras los miles de años de armonía entre el hombre andino y su tierra, que incluso en estos días a pesar de la pretendida globalización mantiene vigente las creencias originadas en esa comunión hierofánica, al decir de Mircea Eliade, entre el ser humano y la tierra que habita.

Teresita Faro de Castaño (ya fallecida) fue doctora en Psicología (UB), autora de libros de ensayo y cofundadora de la Asociación Junguiana Argentina. (AJA)